54 Cuadernos de Ciencias Humanas 1 (agosto 2022)
Niza Valdivia Gómez - Gabriel J. Zanotti
dado, pre-existente, representa una interpretación a priori de otras, un hori-
zonte vital análogo a otros ya existentes que debemos comprender y explicar
cómo es que este mundo no es dado y de qué manera nos comunicamos por
medio del lenguaje para así conectarnos el mundo del otro.
Así lo tenía pensado Husserl, y de ahí su tan criticado “reducción del yo
trascendental”, porque en cierta forma pretendía que el ser humano en una
autorreexión lograra conectarse con la esencia de las cosas, y de esa manera
conseguir no sólo percibir la realidad de las cosas por medio de la conciencia,
sino también, al pensar conectarse con lo que conforma su mundo, el mundo
preexistente, pues el sujeto encarnado en sus propias vivencia hacia lo exter-
no como cuerpo-viviente, no es un simple intérprete, no es sólo un simple
acontecer, pues el signicado de su yo es la manera en que se abre al mundo
mentado por el mismo, que articula y combina por medio de las palabras.
Esa intersubjetividad, que permite concebir al yo-tú, en una interacción
constante de vivencias, experiencias, modos, hábitos, consolida el mundo de
la vida como tal, pues supone un estar en el mundo, no ver las cosas de frente
y desentrañar su esencia, sino relacionarse con ellas, crear formas de comu-
nicación con otros que también se relacionan entre sí, pues ese estar en el
mundo, es ser parte del mismo y conseguir con ello una conexión con aquello
universal que sólo logra descubrirse por medio de dicha intersubjetividad del
ser humano.
Y en esto resulta de vital importancia el lenguaje, la forma en que el ser
humano se expresa, se conecta, y descubre la esencia de lo que lo rodea, pues
han existido varias corrientes losócas donde cada una ha querido crear su
propia tesis sobre lo que es realmente el lenguaje humano, pero al momento
de relacionar el lenguaje con el ser humano, han surgido discrepancias, por
un lado, hay quienes lo conciben con algo “anterior” al ser humano; otros
como un fenómeno netamente social, y en un tercera posición, que es a la
que adherimos, que aporta la fenomenología, consiste en que si bien el len-
guaje es algo “anterior”, éste no está separado del sujeto, pues ese sujeto es
hablante y pensante al mismo tiempo, de manera que no se puede ni se debe
prescindir del mismo, ya que el lenguaje no es nada sin el ser humano capaz
de expresarlo y con ello, darle su signicado tan diverso, múltiple, conforme
a los diferentes juegos del lenguaje que se originan.
Pero existe una preocupación en torno a este tema, y lo expresa con
claridad Leocata (2003) cuando señala que: En la medida en que el sujeto