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Cuaderno de Ciencias Humanas 2 (agosto 2023) 25-30
El Consejo Provincial de Difusión Cultural: una original propuesta para la cultura
Provincia, de la Caja Popular de Ahorros y del Instituto de Previsión Social.
Además, los benecios que pudiera recaudar por sus propias actividades y
por partidas nacionales o provinciales que recibiese. Como detalla Ardiles
Gray en una entrevista con Alejandra Wyngaard (2011), el presupuesto de la
cultura se había incrementado un 20.000%. Sí, no se trata de un error, efecti-
vamente era un veinte mil por ciento: de $20.000 a $4.000.000.
El aumento de las actividades culturales fue sustancial. Además de los proyec-
tos previstos en la propia ley, en el año 1960, por impulso del vocal del Departa-
mento de Música, Oleg Kotzarew, y otros amigos suyos, se organizó por primera
vez el Festival Septiembre Musical. Tan ambiciosa era la propuesta del C.P.D.C.
que, en la Declaración Inaugural del evento, se proclamaba como “un Festival
Internacional permanente”. Y no se equivocaron: desde entonces se viene rea-
lizando de manera casi ininterrumpida (salvo una sola excepción), inclusive en
2020 cuando, a causa de la pandemia, se realizó por primera vez de forma virtual.
En lo que al Departamento de Artes Plásticas se reere, María Eugenia
Aybar fue designada en el cargo de vocal, convirtiéndose así en la primera
mujer en dirigir el Museo Provincial de Bellas Artes. El museo, que no tenía
sede ja hasta entonces, fue llevado a la Casa de Avellaneda gracias a gestio-
nes de Ardiles Gray. Instalado allí, se pudo exhibir en sus salas el patrimonio
de forma permanente y ubicar las esculturas en el patio central de este edi-
cio. Además, se registran para la época más de una docena de exposiciones
por año, numerosas charlas con importantes disertantes y nuevos certámenes
anuales como el Salón del Poema Ilustrado y el Salón San Pablo (organizado
gracias a las autoridades del ingenio azucarero del mismo nombre).
Podría hablarse, sin dudas, de un ambiente cultural de extraordinaria acti-
vidad, cuyos actores ilustran algunas de las páginas más brillantes del arte en
Tucumán. Por aquel entonces, el Instituto Superior de Artes de la U.N.T. con-
gregaba en sus aulas a los más destacados artistas, que también desarrollaban
su labor docente en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad y en la Escuela
Infantil de Bellas Artes de la Municipalidad. Bares y conterías como “Los dos
gordos”, “El Colón”, “La Cosechera”, “El Buen Gusto” o la “Peña El Cardón”,
también los congregaban -y con qué fuerza-, claro que en actividades menos
formales que la académica, pero donde supieron pasar tantas horas como en
sus talleres. Artistas como Timoteo Navarro, Luis Lobo de la Vega, Aurelio Sa-
las, Dante Cipulli, Juan Bautista Gatti, entre otros, “representan al Tucumán de
entonces. Defensores de lo telúrico, lo vernáculo y lo regional, priorizan el arte