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Filópolis en Cristo. Nº 1 (2023), 1-12
Presentación
la tierra, donde el cielo indica la apertura a lo trascendente, a
Dios, que ha caracterizado desde siempre al hombre europeo, y
la tierra representa su capacidad práctica y concreta de afrontar
las situaciones y los problemas. El futuro de Europa depende del
redescubrimiento del nexo vital e inseparable entre estos dos
elementos. Una Europa que no es capaz de abrirse a la dimen-
sión trascendente de la vida es una Europa que corre el riesgo
de perder lentamente la propia alma y también aquel “espíritu
humanista” que, sin embargo, ama y deende. (Francisco, Dis-
curso al Parlamento Europeo, Estrasburgo, 25 de noviembre
de 2014)
La losofía es una de las alas con las que el espíritu humano
puede ascender a la verdad (cf. San Juan Pablo II, Fides et Ratio,
Introducción), y ese plano estrictamente racional, incluso cuando
expresa al pensamiento clásico anterior al cristiano, es muy impor-
tante para la enseñanza social de la Iglesia. En esa dirección, re-
cordamos con San Juan Pablo II (2005), que “a la Política de Aris-
tóteles se remite de manera particular la Doctrina Social Católica,
que ha adquirido un notable relieve en los tiempos modernos por el
impacto de la cuestión obrera” (p. 58).
Decíamos que nuestra revista se llama Filópolis en Cristo. La lo-
cución “lópolis”, la tomamos de Platón que en su República se re-
ere con encomio a aquellos que “aman la ciudad” (Platón, 1946, pp.
221-346; cf. Jaeger, 1992, pp. 589-763). Son los que además de las
preocupaciones legítimas por sus asuntos privados, tienen la mira-
da puesta en los intereses materiales y espirituales de la pólis y del
conjunto de sus ciudadanos, a quienes procuran servir para que pue-
dan alcanzar la plenitud humana en sus dimensiones individuales y
sociales. El énfasis está puesto en lo público, en lo comunitario, en
una palabra, en la vida compartida en la ciudad, pues “el hombre no
vive sino que ‘con-vive’, es decir, participa de una vivencia y de una
nalidad común que da unidad al grupo social” (Sacheri, 1971, p. 14).
Esa solicitud generosa por la ciudad, es sublimada por el cris-
tiano quien la impregna de Evangelio: Filópolis en Cristo. Nuestro
amor a la ciudad, “lópolis”, se sostiene “en Cristo”, porque a la luz