18 Filópolis en Cristo. Nº 1 (2023), 15-35
María Luisa Pro Velasco - Elena Martín Acebes
recibido y celebrado por ambos. Asimismo, se toma la Constitución
dogmática Lumen gentium como punto de partida para hablar de la
familia cristiana como iglesia doméstica, que ayuda a sus miembros a
comprender el mensaje de Jesucristo. También se hace alusión a san
Pablo VI (nº 68), concretamente a la Encíclica Humanae vitae, en la
que el Papa Santo se atrevió a defender el vínculo existente entre el
amor conyugal y la procreación, al hablar de la paternidad responsable;
y a la Exhortación apostólica Evangelii nuntiandi, en la que se puso de
relieve la relación entre la familia y la Iglesia.
Asimismo, como no podía ser de otro modo, encontramos refe-
rencias a san Juan Pablo II (núms. 69, 150), con sus importantísimas
catequesis sobre el amor humano, que han dado lugar a lo que hoy en
día se conoce como la teología del cuerpo, con la Carta a las familias
Gratissimam sane1 y con la Exhortación apostólica Familiaris consor-
tio. En ellas el Papa propuso unas líneas fundamentales para realizar
una pastoral de la familia, para orientar acerca de su actuación en la
sociedad y para animarlos a vivir el camino de la santidad matrimonial.
Finalmente, el Papa Francisco hace referencia en numerosas oca-
siones (más que a otros Papas y documentos magisteriales) a su pre-
decesor inmediato2, Benedicto XVI (núms. 70, 147, 157, 298 y 316),
en Deus caritas est, en la que el Papa alemán equiparó el amor entre
el hombre y la mujer al de Dios por su pueblo, sin eliminar el compo-
nente del eros, que en ocasiones no ha sido aceptado por un ascetis-
1 Documento publicado en 1994, que comienza así: “1. La celebración del Año de la
familia me ofrece la grata oportunidad de llamar a la puerta de vuestros hogares,
deseoso de saludaros con gran afecto y de acercarme a vosotros”.
2 El hecho de que el Papa Francisco aluda con tanta frecuencia a su predecesor podría
llamar la atención a todos aquellos que se han dejado llevar por el sensacionalismo
y la intención de los medios de separar radicalmente la tendencia de ambos papas,
inclinando a Benedicto XVI hacia la teoría y el mundo intelectual, y al Papa Francisco
hacia la pastoral y la sociedad en general. Ciertamente, a pesar de que ambos han
desempeñado la función de Pedro en la Iglesia de nuestros días, es indiscutible negar
en el primero a un gran intelectual, y, en el segundo, a un pastor carismático, querido
y simpático. Por otra parte, resulta también indiscutible que el carácter latino y el
alemán son diversos. Pero, en denitiva, podemos decir que el Espíritu Santo ha ido
dando a la Iglesia lo que necesitaba en cada momento, y que, más que diferencias
doctrinales entre ambos, se trata de diversidades culturales que no afectan en lo más
mínimo a lo esencial del mensaje cristiano.