Filópolis en Cristo. Nº 1 (2023), 157-164
Carlos Alberto Sacheri, El orden natural, Buenos Aires, Vórtice, 2021,
240 pp., ISBN: 978-987-47603-5-7
Nos llega una nueva edición (la séptima) de esta gran obra de
Carlos Sacheri, a través de un trabajo conjunto entre la editorial Vór-
tice y Ediciones Escipión. Es bueno recordar que la edición original
es de 1975 y se trató de la compilación de una larga serie de artículos
que nuestro maestro publicara en el diario La Nueva Provincia, de
Bahía Blanca, perteneciente a la familia Massot, muy amiga suya. Allí,
a partir de mayo de 1972, dichos artículos se publicaban cada domin-
go en una serie que se llamó La Iglesia y lo social. Por lo que, estamos
ante una obra que fue fruto de su celo apostólico y preocupación por
la reinstauración de un orden natural y cristiano.
La presente edición comienza con un prólogo de Ricardo von
Büren, en el que, entre otras cosas, destaca el carácter de “clásico” del
presente libro, por tratarse de una obra que ha trascendido barreras de
tiempo y espacio. En el 2022 se cumplieron 50 años de su aparición.
El prologuista resalta también que El orden natural ha inuido “so-
bre numerosas generaciones de amplias franjas etarias de lectores de
nuestro país y del extranjero, transformándose en un texto de consulta
insoslayable para quien quiera adentrarse con seguridad y seriedad en
el estudio de disciplinas como la Antropología, la Sociología, la Econo-
mía, el Derecho, la Política o la Doctrina Social de la Iglesia” (p. 5).
A aquel, se le agregan el prólogo original que hiciera en su mo-
mento Monseñor Adolfo Tortolo, arzobispo de Paraná, y el de la sexta
edición, a cargo de José María Sacheri, hijo de Carlos. Cada uno cuenta
con su riqueza particular, propia de sus autores y las circunstancias en
las que fueron redactados. Así, Mons. Tortolo resalta que nuestro autor
“advirtió que el muro se iba agrietando velozmente por el doble rechazo
del orden sobrenatural y del orden natural. Vio la problemática del or-
den natural subvertido y […] se volcó de lleno, no a llorar, sino a restau-
rar el orden natural. Aquí está la razón de su sangre mártir” (pp. 10-11).
Por su parte, José María Sacheri, además de relatar varios deta-
lles preciosos de la vida de su padre y del origen de esta obra, reexio-
na sobre cuántas personas han sido alcanzadas por este “pequeño
gran libro, algunas que recién habían nacido cuando fue escrito, y la
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importancia de que lo leyeran, lo estudiaran, lo recordaran” (p. 14).
Allí también recuerda una ocasión en que su padre estaba recortando
de los ejemplares del diario La Nueva Provincia, que tenía para rega-
lar, una carta enviada por la Nunciatura Apostólica de Buenos Aires,
en la que felicitaba a la señora Diana Julio de Massot, su directora,
y en la cual le informaba que el Papa Paulo VI había expresado su
viva gratitud por los artículos que se le habían enviado. Y relata José:
“Cuando le pregunté por qué cortaba esa página, me respondió que
le parecía mejor retirar toda alusión a las felicitaciones que esa carta
contenía” (p. 13). Dicha carta forma parte del libro también.
Entre otra de las riquezas que tiene la presente edición, se en-
cuentra una semblanza del autor, escrita por nuestro querido Héctor
Hernández, incansable apóstol sacheriano. Si bien este aporte se en-
cuentra también incluido en la sexta edición del 2008, hoy adquiere
un especial signicado, por encontrarse él ya en la Patria Celestial,
premiado por su esfuerzo en transmitirnos la “posta sacheriana”.
En dicha semblanza, el Dr. Hernández brinda datos biográcos
de nuestro maestro y, además, el a su pluma apasionada, nos mues-
tra el espíritu de la vida de Carlos, animado siempre por el reinado
social de Cristo.
Asimismo, resalta que “pensaba arquitectónicamente: todo el
país, toda su realidad, todas sus facetas. Pero universitario ante
todo destacó principalmente la cultura y la educación” (p. 234).
Adentrándonos ya, propiamente, en el contenido de los cincuenta
capítulos escritos por Sacheri, lo primero que hay que señalar es que
estamos ante una obra católica, en el sentido de que es totalmente el
al magisterio de la Iglesia. Podemos decir por esto que es el reejo
del alma de su autor, un cristiano auténtico, buen hijo de la Iglesia.
Armamos, más en rigor, que se trata de una obra católica tanto en
su letra como en su espíritu. Brotan de ella el equilibrio de juicio y la
serenidad de ánimo para analizar las cuestiones más complejas, como
cuando trata la importante cuestión del capitalismo, haciendo los mati-
ces y distinciones del caso para evitar juicios apresurados que llevarían a
conclusiones erradas y actitudes extremas (muy propio de la mentalidad
ideológica y del espíritu sectario, nada de lo cual hay en Sacheri). En esto
también aora su tomismo esencial (“lo propio del sabio es distinguir”).
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Destaca también en nuestro maestro su gran agudeza intelectual
para penetrar hasta el núcleo de las realidades que estudia, sorteando
el mundo de lo fenomenológico, y llegando hasta la raíz ontológica.
Y es así que, cuando estudia las ideologías (capítulos 12 al 17), no se
deja confundir por las apariencias, sino que va a la raíz losóca de
éstas, y termina mostrando cómo ideologías o sistemas políticos, apa-
rentemente opuestos, comparten los mismos presupuestos losócos
y epistemológicos, siendo sus manifestaciones exteriores cuestiones
más bien accidentales (socialismo, comunismo, fascismo, nacional
socialismo). En esto también se ve la importante inuencia de quien
fuera su maestro, el Padre Julio Meinvielle.
Observamos que el prof. Sacheri comienza destinando los dos pri-
meros capítulos (artículos, originariamente) a destacar la obra histó-
rica de la Iglesia en el ámbito de lo social. Así, hace un breve recorrido
histórico desde el cristianismo primitivo, pasando por las épocas me-
dieval y moderna, hasta llegar a la descripción de la famosa “cuestión
social”. Aquí, como en toda la obra, se ve claro el objetivo: mostrar la
preocupación de la Iglesia por el hombre, en sus diversas circunstan-
cias. Todo apologeta católico puede encontrar aquí excelentes argu-
mentos contra la “leyenda negra” que busca desprestigiarla.
Como es evidente también, el objetivo de nuestro autor fue di-
fundir la enseñanza de la Iglesia en materia política, social y econó-
mica. Teniendo en cuenta esto, y para no agobiar al lector, haré un
comentario global de las cinco partes en las que, implícitamente, está
dividido el libro, tomándome el atrevimiento de seguir el ejemplo de
análisis de José Luis Widow Lira, en su comentario de esta obra (Wi-
dow Lira, José Luis, 2008. Reseña de libro: El orden natural, de Car-
los Sacheri. Intus-Legere Filosofía, Vol. 2, No. 2).
La primera, iría desde el capítulo 1 al 6, y expone, luego del reco-
rrido histórico por la acción social de la Iglesia, arriba explicado, la
naturaleza y necesidad del Magisterio de la Iglesia, respecto del or-
den social: por qué la Iglesia se preocupa de este problema, qué es la
Doctrina Social de la Iglesia, qué son y qué valor tienen las encíclicas
sociales del Romano Pontíce, cómo interpretar los documentos pon-
ticios, son los temas que se tratan en estas primeras páginas.
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La segunda parte estaría integrada por los capítulos 7 al 11. Dada
la formación losóca del autor, no es extraño que dedicara tres capí-
tulos (7, 8 y 9) al orden natural, discutido y combatido por la cultura
moderna. Aquí, trata cuestiones relativas a su existencia, sus partes
y contenido, su relación con la dignidad humana y otras semejantes.
Sacheri critica las corrientes que niegan un orden natural: el ma-
terialismo positivista, el relativismo y el existencialismo, cuyo error
común es rechazar la posibilidad de una naturaleza humana y de un
orden social derivado de ella, que sirvan de base a la moral y al en-
tramado de la vida social. Con sencillez y claridad demuestra que el
contacto con las cosas exhibe que en cada ser hay una naturaleza, y
que la ciencia lo conrma: no hay azar, sino un orden, con una jerar-
quía y una armonía.
En esta parte también demuestra, con la categoría de todo buen do-
cente (el saber hacerse entender por sus alumnos), la existencia de los
derechos naturales y su fundamento en la propia naturaleza humana.
En la tercera parte (capítulos 12 a 17) analiza las principales
ideologías contemporáneas que dañan gravemente el orden natural.
Realiza un magníco estudio del liberalismo, sus raíces losócas y
principales postulados en los diversos órdenes (político, económi-
co, social, cultural y religioso). Le sigue un análisis del capitalismo,
distinguiendo como gran tomista que es el sistema o modo de or-
ganizar la economía propiamente capitalista no condenado por la
Iglesia, del capitalismo liberal, es decir, el sistema capitalista que
pierde su equilibrio al ocupar su centro el espíritu de lucro, entendido
como aquel que pone el “acento en la acumulación de la riqueza por
la riqueza misma” (p. 70).
Esta parte contiene también la explicación del socialismo y del
comunismo, de sus matices diferenciales y de sus errores comunes. A
propósito del último, Sacheri recuerda su doctrina de la acción revolu-
cionaria y cómo ha sido condenado por el Papa Pío XI, en Divini Re-
demptoris, como “intrínsecamente perverso”, no sólo por ser ateo, sino
por “ser incapaz de promover el bien” (p. 74). Hay otro capítulo en el
que el autor analiza el pensamiento de la Iglesia frente al nazismo y al
fascismo, ambos condenados en documentos del mismo Papa. Y, por
último, en un capítulo titulado “¿Una Iglesia revolucionaria?”, nuestro
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profesor se encarga de aclarar cuál es el mensaje cristiano y argumenta
que el cristianismo es irreductible a una esperanza puramente intra-
mundana, que además adopta como método la revolución. Catolicismo
y revolución son absolutamente incompatibles. Temas que desarrolla-
ra, de manera previa, más extensamente, en el único libro que vio pu-
blicado en vida, La Iglesia clandestina, en el que había denunciado la
inltración marxista en distintos niveles de la institución.
La cuarta parte (capítulo 18 al 38), explica aspectos particulares
que podríamos referir a la economía. La propiedad privada, su fun-
ción social y difusión, las nacionalizaciones, el trabajo, el salario justo,
reciprocidad en los cambios, la naturaleza de la empresa, los gremios
y cuerpos sociales, las asociaciones interprofesionales, los sindicatos,
la huelga, el empleo y la cesantía, la seguridad social, la moneda y el
crédito, son los temas que llenan las páginas de esta sección.
En la quinta y última parte (capítulos 39 al 50) nuestro autor nos
hace reexionar sobre los principios generales del orden social, tan ol-
vidados o negados hoy: la naturaleza social del hombre, las causas de la
sociedad política, entre las cuales ocupa un lugar especial el bien común
como su n, el origen y la función de la autoridad, los grupos inter-
medios de la sociedad, el principio de subsidiaridad, la función del Esta-
do, la participación política, las formas de gobierno, el discutido asunto
de los distintos conceptos de democracia, la cuestión de la legítima re-
sistencia ante una autoridad ilegítima y, por último, un punto crucial en
la concepción política católica: la relación entre la Iglesia y el Estado.
Destaco, simplemente, algunos puntos relevantes de esta parte.
El profesor Sacheri nos recuerda la doctrina tomista sobre el bien co-
mún y explica que los bienes que lo integran no pueden ser otros que
aquellos que integran la felicidad o plenitud humana. Asimismo, la
autoridad política tiene la misión esencial de gestora o procuradora
del bien común, el cual no es enemigo del bien individual, sino que
ambos se complementan, encontrando una relación de jerarquía, por
supuesto, en la que el bien común está por encima.
En el capítulo 48 se reere al “equívoco democrático” (p. 215), el
que consiste en asimilar, indebidamente, la democracia como forma
de gobierno y como forma de vida. Ella es una de tantos sistemas o
regímenes del poder en la sociedad. Acá también aporta la posibili-
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dad de concebir una democracia sana, siempre y cuando se respeten
algunos requisitos que allí detalla, entre los que podemos destacar:
tener como n el bien común nacional y no la libertad ni igualdad;
contar con un pueblo orgánico, lo que supone respeto y estímulo de
los grupos intermedios; una participación moderada, según niveles
de competencia según lo enseñado en el capítulo 47 sobre la partici-
pación política, y que dicho sistema debe basarse en el respeto de la
ley moral y religiosa, lo que tiene reejarse en la legislación positiva.
Sacheri cierra con un último capítulo referido a la relación entre
el Estado y la Iglesia. Tema neurálgico y divisorio de aguas. Para ello,
enseña que el hombre es ciudadano de dos mundos, el temporal y el
espiritual. Por lo que, ambos órdenes deben tener autonomía para
cumplir con sus respectivos nes, pero, al mismo tiempo, mantener
una relación armónica. En última instancia, existe una relación jerár-
quica, en la que la primacía la tiene la autoridad espiritual.
Como a lo largo de toda la obra, nuestro autor nos remite, no
sólo al magisterio perenne de la Iglesia, sino también a la enseñanza
del gran Santo Tomás de Aquino. De esta manera, concluye que la
sociedad civil ha de subordinarse a la autoridad religiosa en las cues-
tiones “mixtas”, o sea, aquellas que reclamen la doble competencia.
Dicha preeminencia está fundada en que a que “a quien le pertenece
el cuidado del n último deben estar subordinados aquellos a quienes
pertenece el cuidado de los nes próximos o intermedios” (p. 225).
Sacheri tenía muy en claro que la causa de la felicidad del hombre
en particular, es la misma que la de las sociedades. Y así también sa-
bía que el destino eterno del hombre depende en gran medida de que
se respete el designio providencial de Dios sobre la tierra. Por eso, de-
dicó su vida a enseñar cómo debe la persona ordenar su vida y la so-
ciedad, según este divino designio, comunicado por el magisterio de
la Iglesia a través de los siglos. Asumió así su misión laical de ordenar
las realidades temporales según el Evangelio (cf. Concilio Vaticano II,
Apostolicam Actuositatem, nº 13), buscando instaurar y restaurar la
sociedad sobre sus naturales y divinos fundamentos.
Para nalizar esta breve y simple reseña de la obra en cuestión,
queda decir que la enumeración de los temas que contiene El orden
natural nos muestra que es un libro importantísimo para tener pre-
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sente y ordenar todos los grandes asuntos del orden político, social y
económico, según la doctrina del orden natural. Como nos recuerda
el prólogo de esta edición, el modo didáctico en que se presentan las
cuestiones hace su lectura fácil y accesible para todos los que quieran
encontrar la verdad y tener una forma mentis católica.
Quien lea esta obra podrá conocer, de un modo simple y profun-
do, lo medular de la Doctrina Social de la Iglesia, y no querrá detener-
se allí, sino que buscará continuar el camino emprendido.
En estos tiempos, en los que la enseñanza social de la Iglesia
es olvidada o ignorada, nuestro amigo y maestro nos vuelve a entu-
siasmar con su estudio y puesta en práctica, para que podamos, a su
ejemplo, vivirla y, al mismo tiempo, llevar adelante una acción social
y apostólica al servicio de la instauración de reinado social de Nuestro
Señor Jesucristo.
Luis Britos
Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino
luis.britos@unsta.edu.ar
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