Recensión

 

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DOI: https://doi.org/10.53439/stdfyt54.27.2024.275-280

 

Manuel Alejandro Serra Pérez (Ed.). La cualidad metafísica del ser respecto de la forma. Estudio de la crítica de Lawrence Dewan a Étienne Gilson. Pamplona, EUNSA, 2021, 336 pp. ISBN 9788431336608.

 

Esta obra es la N°7 perteneciente a la Colección de Pensamiento Medieval y Renacentista de las Ediciones de la Universidad de Navarra (EUNSA)[1]. En el prefacio, Kevin Flannery hace una breve introducción a la figura de Lawrence Dewan. Luego, el editor Manuel Alejandro Serra Pérez, en su presentación, explica el contenido y los objetivos generales de la obra: por un lado, tratar –a través de las reflexiones de diversos expertos– los puntos centrales de discusión en torno a la crítica de Lawrence Dewan a Étienne Gilson relativa a la distinción real entre esencia y esse en Tomás de Aquino, y, por el otro, ayudar a los estudiosos de la filosofía del esse de Tomás de Aquino a conocer más profundamente los aportes de estos dos referentes hermenéuticos, que, pese a ser distintos, pueden resultar valiosos para la elaboración de nuevos estudios y enfoques.

En razón de estos motivos, el volumen está dividido en tres partes, cada una de ellas integrada por las contribuciones de especialistas en torno a los siguientes ejes temáticos: (1) El actus essendi en Tomás de Aquino, (2) La filosofía tomasiana en Lawrence Dewan, (3) La filosofía tomasiana según Étienne Gilson. La primera parte está compuesta de dos artículos. El primero: “El redescubrimiento del esse en el siglo XX: hitos, equívocos con la ontoteología y su diversificación” desarrolla, como su título indica, la temática del redescubrimiento del actus essendi en el siglo XX. Su autor, Urbano Ferrer Santos, presenta en primer lugar algunos hitos históricos en la tematización del esse, para examinar luego el rol que cumplió Heidegger en el resurgimiento de los estudios orientados al esclarecimiento del ser como acto en Tomás de Aquino, sin dejar por eso de diferenciar dicha metafísica del esse de la interpretación que hace Heidegger de ella al incluirla dentro del planteamiento onto-teo-lógico. De aquí que el capítulo continúe desarrollando la no equiparabilidad del esse tomasiano al ser, examinando la interpretación gilsoniana del esse, y evidenciando las dos diferencias fundamentales entre Tomás y Heidegger: por un lado que el primero indaga el ser (esse) que es tenido por el ente y por ende es interior a la metafísica, mientras el segundo busca el ser fuera de ella; por otro lado, ambos autores difieren en su concepción de verdad, dado que Tomás de Aquino sitúa la verdad del ser en el juicio a diferencia de Heidegger. Luego, el autor refiere brevemente a la interpretación del esse en la nueva metafísica tomista iniciada por L. Dewan, quien a su vez entiende la esencia como una perfección en sí misma. Por último, plantea tres diversificaciones significativas del acto de ser: el esse unitario del universo, el modo de ser de la persona como distinto del de las cosas y la razón de existir del mundo y la persona en el Ser Único, Origen creador de ambos.

En el segundo capítulo: “¿Hay una progresiva comprensión del actus essendi en Tomás de Aquino?” Alfonso García Marqués presenta primero la problemática a tratar: a saber, si Tomás de Aquino entendió siempre de igual modo el ser y su relación con la esencia. Tras examinar la posición inicial de Tomás de Aquino interpretándola como una concepción aviceniana del esse como accidente extrínseco a la esencia, procede a examinar luego su posición final donde observa una marcha del extrinsecismo a un intrinsecismo, entendiendo al esse como acto de cualquier forma. Finalmente el autor estudia la interpretación del esse del tomismo analítico, con especial foco en la lectura de Stephen Brock. Concluye sosteniendo la evolución del concepto de esse en Tomás de Aquino, considerando que la interpretación analítica de corte aristotélico llega a hacer al último Tomás en algunos casos indiscernible, realizando así un doble juicio sobre el tomismo analítico: uno positivo, que mostró la necesidad de aproximar a Tomás de Aquino a las tesis aristotélicas para evitar ciertas dificultades internas que se generan en la interpretación histórica; y otro negativo, que da una interpretación de Tomás insostenible por anular ciertas tesis capitales del Aquinate. Por último, el autor señala que es problemático que Tomás haya tomado el concepto de esencia como válido para pensar el mundo, ya que –una vez abandonada la concepción aviceniana–, la esencia parece bastar, en el ejercicio de su acto formal, para explicar la actualidad de la substancia. El actus essendi dejaría por esto mismo de tener sentido.

A esta primera sección sigue la parte referida a la filosofía tomasiana de Lawrence Dewan, dividida en dos capítulos. El primer artículo: “Lawrence Dewan y la forma como algo divino en las cosas. Comprender la forma causada a la luz de la forma incausada”, por Liliana B. Irízar, considera la reivindicación de la forma hecha por Lawrence Dewan, quien llega a entenderla no sólo como indisociable del ser, sino incluso como su causa. Esto es lo que constituye el núcleo de la ontología fundamental de Tomás de Aquino según L. Dewan. En base a ello Irízar expone algunos puntos cuestionando la precisión de algunas afirmaciones de Gilson. Concluye con la constatación de que existen dos versiones tomistas de la forma: la de L. Dewan, que considera a la forma como principio del esse, y la de Gilson, que considera a la forma más bien como límite y potencia receptora del esse. A éste le sigue un artículo de David Torrijos-Castrillejo sobre el existir: “Ser, existencia y facticidad”, en el que se propone desarrollar en qué consiste el existir y si puede reducirse a la facticidad. Distingue entonces entre los conceptos de facticidad, existencia y esse, concluyendo que, al ser la facticidad un concepto negativo –es decir, expresivo de un contenido significativo mínimo, a saber, “ser distinto de la nada”–, se distingue tanto del esse –la facticidad es más bien un resultado del esse– como de la existencia –la cual es la actualidad de la esencia–. Concluye que, aunque pueda decirse que el ser es existencia en cuanto esta significa la actualidad de la esencia, de ninguna manera puede decirse que significa lo mismo que la facticidad, la cual implica una consideración negativa del existir.

La tercera parte, que es la más extensa, está referida a la filosofía tomasiana de Étienne Gilson y consta de siete capítulos. El primero: “El esse tomista según Étienne Gilson”, por Ariadne Suárez, desarrolla el concepto de esse tomista en la lectura que hace Gilson del Aquinate. Comienza por hacer una investigación historiográfica del descubrimiento de Gilson del pensamiento de Tomás de Aquino. Resulta clave para la comprensión de dicho descubrimiento la estrecha relación que Gilson veía entre la historia de la filosofía y la filosofía misma. Existe una tensión dialéctica entre la historia y el intento de la razón de trascender la experiencia y el conocimiento particular por medio de la metafísica. En esto piensa Gilson al sostener que la metafísica es la única ciencia a la que corresponde estudiar el principio capaz de configurar la unidad del mundo: el esse, principio que no por ser metafísico y trascendente deja de ser captado por nuestra inteligencia en la experiencia concreta, es decir, en la historia. De aquí que lo que queda del artículo trate de la metafísica del esse y su relación con la “filosofía cristiana”. En el concepto de “filosofía cristiana” Gilson ve a la verdadera filosofía, en la que el Ser, como nombre propio de Dios, llevará a los filósofos a la afirmación de la simplicidad divina y la consecuente composición de esencia y ser –no existencia– en el ente finito.

A esto sigue un trabajo: “Dewan contra Gilson sobre la relación entre essentia y esse”, por Juan José Herrera, que presenta el fondo de la cuestión en un conflicto entre la noción gilsoniana de ser y la teoría dewaniana de la forma. De acuerdo con Herrera, Dewan acusa a Gilson de negar que pueda demostrarse la distinción tomista entre esencia y ser en los entes finitos. Expone entonces la estrategia de Dewan para hacer de Gilson un intérprete no fiable de Tomás de Aquino. A continuación explica cómo Dewan acusa a Gilson de comenzar con la sustancia para luego buscar su causa, en vez de considerar al esse en un comienzo como un objetivo de atención metafísica. Por eso dirá que Gilson considera al esse como causa eficiente de la esencia, a lo cual Dewan reacciona afirmando a la forma como el único principio actual intrínseco del ente. Herrera ante esto critica las acusaciones dewanianas y argumenta en favor de la interpretación gilsoniana de Tomás de Aquino. Concluye el artículo con la afirmación de la existencia de estas dos interpretaciones distintas de Tomás de Aquino y con la imposibilidad de convivencia pacífica de ambas posturas. Enfatiza así la necesidad de una adecuada intelección de las sentencias tomasianas sobre le relación entre forma y esse, y la dependencia de dicha intelección de la concepción del ente finito como compuesto de sujeto esencial y acto de ser. Por último, menciona las consecuencias negativas de las tesis de Dewan, sin dejar de considerar que su conocimiento puede ser un fuerte estímulo para el estudio del papel de la forma en el pensamiento de Tomás de Aquino.

Luego siguen dos capítulos escritos por Peter A. Redpath traducidos por Amalia Franco González. El primero: “La composición real de esencia y esse en Tomás de Aquino: contextualización histórica” presenta el contexto histórico en el que se dieron las declaraciones de Étienne Gilson sobre la necesidad de entender adecuadamente la enseñanza tomasiana sobre la composición de esencia y existencia. Hace esto principalmente mencionando la encíclica Aeterni Patris y explicando la actitud psicológica de las escuelas de París y Oxford hacia el Aquinate a partir del año 1270. Luego explica algunas observaciones que Gilson hizo respecto a la enseñanza de santo Tomás sobre este tema, enfocándose en tres cuestiones que dominaron el debate en el año 1270: la noción de creación, la distinción entre quod est y quo est de Boecio y la enseñanza de Avicena de la existencia como accidente de la esencia. Por último expone el análisis resumido de Leo Sweeney, discípulo de Gilson, de la doctrina de Tomás sobre el tema en sus primeros escritos, explicando primero los tipos de pasajes en los que se pronuncia sobre la composición esencia-esse y enumerando luego los intentos del Aquinate de establecer la diferencia de esencia y esse. A estos intentos los agrupa en dos grupos de dos argumentos: los filosóficos, que son el argumento intellectus essentiae y el argumento del género, y los teológicos, a saber, el argumento de Dios a las creaturas y el argumento de la participación. En el otro capítulo: “La composición real de esencia y esse en Tomás de Aquino: análisis de textos” Redpath realiza una lectura cuidadosa de Summa contra gentiles, libro 2, cap. 54, transcribiendo el título y los diez párrafos latinos vinculados al tema con su respectiva traducción y haciendo posteriormente un análisis general y específico del texto considerando las enseñanzas de Gilson al respecto. Luego realiza un recorrido histórico: distingue primero la doctrina de Aristóteles respecto de la enseñanza de Tomás sobre la esencia y su relación con el ser, y después trata la enseñanza de Gil de Roma, de Cayetano y de Báñez sobre el tema. Finalmente hace una conclusión final para los dos capítulos a la luz de los principios del tomismo renacido donde destaca la importancia de ciertas distinciones y nociones de Tomás que no se habían explicitado y que contribuyen enormemente a la cuestión, tales como la distinción entre género real y conceptual y la noción de cantidad virtual.

El capítulo quinto: “Deus est suum esse: ¿Hay una esencia en Dios?”, por Silvana Filippi, trata de un punto importante de la crítica de Dewan a la “metafísica del Éxodo” de Gilson: el de la esencia divina. Primero indaga sobre el significado propio del actus essendi y la naturaleza de Dios, teniendo presente la crítica de Dewan a Gilson y comparando el pensamiento de Tomás con el de autores como Egidio Romano, Agustín de Hipona, Meister Eckhart y Maimónides. Luego explica cómo, a los ojos de Dewan, Gilson hace decir a Tomás que Dios no tiene esencia, entendiendo su “más allá de la esencia” como una negación de la esencia en Dios. Sin embargo, la autora se ocupa de desmentir esto aclarando que en el planteo gilsoniano no se da tal depreciación de la esencia, sino que se la considera como límite del esse en el caso de las creaturas, siendo el caso de Dios distinto por el hecho de que su esencia es completa infinitud y plenitud de ser. Finaliza distinguiendo la “metafísica del Éxodo” de un puro platonismo o aristotelismo como el de Dewan, siendo que en ella, la esencia de Dios no se elimina, sino que coincide con su Ser mismo.

La obra culmina con dos capítulos escritos por el editor, Manuel Alejandro Serra Pérez. El primero: “Fundamento metafísico de la causalidad” busca considerar la fundamentación metafísica de la causalidad para pasar a tratar la causalidad tomasiana del esse en el capítulo siguiente. Inicia distinguiendo dentro de las cuatro causas aristotélicas aquellas que son causa en cuanto que acto y aquellas que lo son en relación con el acto. De aquí que explique luego que lo causado se constituya como tal debido a una actualidad. Y el acto implica perfección, de donde se deriva la prioridad y fontalidad del esse como acto y, por supuesto, del Esse Puro. Es por esto que el autor continúa con un análisis de lo que fue la reductio essendi ad existentiam refiriéndose al origen del problema y estado actual de la cuestión, al formalismo tomista en el siglo XX (al que adhiere L. Dewan, identificando esse y existencia y distinguiendo esse essentiae y esse existentiae, agotando la perfectividad del esse en el “hacer ser”), y efectuando una valoración de las distintas posturas que conforman esta reductio essendi ad existentiam. El autor finaliza con la posición del Aquinate: el grado de perfección del ente es según el grado de perfección del esse. Deja allí abierta la línea de investigación de su siguiente artículo: “La causalidad del esse en Tomás de Aquino” donde estudia por qué y cómo la actualidad del esse se funda en la participación que es entendida como expresión del acto creador por el que el Esse Puro crea el esse finito como actualidad. Concluye con la equiparación del acto principalmente con el esse afirmando a su vez su condición de participado respecto del Acto Puro, al cual no puede equipararse el esse y menos aún la forma, que está en potencia respecto al esse mismo, de aquí que la interpretación de Dewan se aleje de la metafísica de Tomás de Aquino.

El volumen cumple los objetivos planteados en la presentación, esto es, tratar los puntos centrales de discusión en torno a la crítica de Lawrence Dewan a Étienne Gilson relativa a la distinción real entre esencia y esse en Tomás de Aquino, y así también contribuir con nuevos elementos a los estudios de la filosofía del esse del dominico. Creemos que el presente volumen constituye un destacado aporte y una valiosa hoja de ruta para quien desee profundizar en el pensamiento metafísico de Tomás desde las discusiones más recientes en torno a la interpretación de sus nociones fundamentales.

 

Ignacio José del Carril

CEOP, Universidad del Norte Santo Tomás de Aquino,

Buenos Aires, Argentina

ijdelcarril@gmail.com

ORCID: 0009-0003-7952-8405

 

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[1] La presente reseña ha sido elaborada en el marco del Proyecto de Investigación UNSTA 2023-2025 (Res. 550/2023) “Aceptación o rechazo de ‘la’ distinctio realis entre el esse y la essentia en algunos autores latinos del siglo XIII: Tomás de Aquino, Egidio Romano y Dietrich de Freiberg”.